Desgraciadamente se ha convertido en una práctica habitual. El engaño, coacción y acoso a menores por Internet. Mediante tácticas muy poco humanas, contactan con su víctima y consiguen engañarla mediante amenazas de robo de cuentas, con lo que después, podrán chantajearles hasta niveles insospechados. Se trata de un triangulo peligroso, ya que por una parte existen este determinado tipo de personas que disfrutan con ello, también existen plataformas disponibles y además, la educación familiar y escolar de los menores debería ser suficientemente resistente para evitar caer en este tipo de engaños, aunque en la realidad no lo es.
Por si fuera poco, un elemento que aumenta la repercusión del acoso tiene relación con la expansión que experimenta Internet, accesible cada vez más desde cualquier punto imaginable, aumenta exponencialmente los posibles riesgos de acoso hacia menores de edad. Desde los tradicionales ordenadores de mesa, pasando por la televisión digital o los teléfonos móviles de última generación, el acceso a contenido no recomendable es más accesible día tras día. Además, todas estas plataformas se sirven de la evolución del cambio evolutivo en la adaptación de infraestructuras hacia las nuevas tecnologías como los locales con Wi-fi, la ampliación de la cobertura 3G, etc.
Según el Observatorio Nacional Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, un 43% de los hogares tienen conexión a Internet, una cifra en constante progresión, situándose por encima de la media europea. Como anteriormente se ha comentado, la educación en el hogar es la principal baza para la prevención de este tipo de delitos. Un control riguroso y educativo sobre los contenidos a los que el menor tiene acceso puede ser a corto plazo poco aceptado, pero por el contrario, generará una actitud básica para que el menor navegue por la red con mayor seguridad. Otras instituciones también pueden ayudar a esta causa, como las escuelas o los Ayuntamientos, ofreciendo cursos o subvenciones.
En situaciones poco controlables, los padres o tutores pueden encargar a Detectives Privados un seguimiento para solucionar dicho acoso, colaborando con las fuerzas del orden. Éstos, sitúan en la red a falsos menores para poder atrapar a todo aquel acosador que utilice esta herramienta con despreciables fines. El agresor tiene conocimientos tecnológicos, aunque se trate de un pedófilo común, cometerá los errores necesarios para su detención. Además, el profesional puede investigar los cambios del comportamiento del menor para así realizar una acción de prevención de cualquier situación de riesgo.
Fuentes: Ministerio de Industria, Turismo y Comercio; ONTSI;